sábado, octubre 24, 2009


fernanda escudero - poeta cósmica - san salvador de jujuy - jujuy - argentina




























Poemas inéditos




Pelícanos

Estaba de nuevo soñando despierta buscando nuevas profesiones…
nuevos modos de expresarme…
infinitas formas de decir lo mismo…

Estaba de nuevo esperando que lo cotidiano
me colme de gracias con lo cotidiano,
con lo absurdo,
con lo no dicho.

Y encontré por ahí voces fantasmales…
pescar con pelícanos,
tener la boca llena de peces…
un oficio tan imposible como el del amor.


El libro de las estrellas

Un astro celeste nos pertenece
desde que nacemos,
una estrella por cada uno de nosotros
y en las noches
ya no estamos solos,
nuestro doble celestial
vive a través de su luz
nuestra oscuridad innata
y a su vez,
nosotros,
aspirantes inexpertos
a la belleza cósmica,
simplemente
dejamos rozarnos
por el haz de luz que las estrellas
tienen deparado
para nuestra doble vida.


Lado animal

Me voy quedando sola
con mi lado animal,
el feroz lado que me corre
por las venas oxidadas,
el instintivo lado
que me lleva
una y otra vez
al pecado original,
el inteligente lado
que me permite la supervivencia.

Ser animal no cuesta tanto,
ya casi me acostumbro al jadeo,
a la soledad y al hambre,
mis gritos se oyen más fuertes
en la oscuridad,
en la espesura,
mis ojos ven a distancias impensadas.

Atrapar mi presa…
eso todavía no lo he aprendido.




Ícarus

Con la luz del sol se derriten mis alas,
si Ícaro lo supiera,
no estaría solo en su remordimiento,
al fin y al cabo,
tanto ícaros como quijotes
se ven obligados
a habitar entre fantasmas vivientes.



Es así…

No habían finales felices
ni en las fábulas
ni en las novelas
ni en las canciones de fiesta
no habían finales siquiera
era el país del Nunca Jamás
donde crecen todos los personajes de ficción

allí desayunan mariposas
tragan nubes
sorben estrellas
y sólo escriben poesía.




Voz

huella, marca, indicio…
rastro, vestigio, impresión…
emoción
sobresalto
señal
simples balbuceos ebrios
múltiple saliva estentórea
infinidad de letras ceñidas
una a una
tras las cuerdas
atravesando mares invisibles
sin cables
sin tubos
sólo hálitos desenfrenados
vuelos inauditos

silencios y cadencias diferentes
modos de decir diferentes

un niño y una niña hablan en la oscuridad
mientras juegan a las escondidas.


Catástrofes sobre-naturales

Parecen locos pero son religiosos
Parecen violentos pero son patriotas
Parecen enfermos pero tienen hambre
Parecen asesinos pero son líderes

La naturaleza a veces nos juega en contra
y lo catastrófico supera la realidad.


Youngers

Éramos tan jóvenes…
Solíamos jugar con fuego
Ahora de grandes, el fuego es peligroso




No boundaries

Hay un momento
en la vida de todo hombre
en el que todo cobra un peso específico…
en el que lo simple se trastoca en desazones,
en el que un helado sólo debe comerse en verano,
en el que la idiotez de los otros son caricias a su alma,
en el que un día de perros es cuando se corta el cable del canal,
en el que un vaso de vino hace bien al corazón,
en el que su ropa está separada según las estaciones,
en el que las pastillas para dormir se hacen indispensables,
en el que no se sale si no hay un plan,
en el que las polillas son una gran preocupación,
en el que los buenos modales se confunden con hipocresía,
pero también hay otros momentos…
en los que comemos con la boca abierta,
en los que reímos a carcajadas,
en los que abrazamos sin que se nos pida,
en los que juzgar no existe en nuestro léxico,
en los que un cigarrillo es más que suficiente,
en los que esa sonrisa nos hace estremecer,
en los que podría estar diluviando y nosotros felices mojados,
hay momentos en la vida de todo hombre…simplemente momentos.


viernes, octubre 16, 2009


sandra acosta - poeta de la irreverencia - salta - región del noa - argentina



















UNDERWORLD

Ahí me voy
con tu poema pintado en los vagones
toc-toc/toc-toc/
toconeando los versos en llamaradas
taconeando en mi pecho como un orgasmo.

Me gusta que me pase así:
como morder un kinoto de una.

Que veloz se los devoren las fauces oscuras
que llevan al mismo -y al propio- infierno.

Quede solo un spray, una bruma sicodélica...

Así, con un poema
Así, con el amor.

Como la ráfaga arrolladora
del subte que no se detuvo en esta parada

Que me despeine, me congele
los orificios nasales
y me deje tambaleando
con las puntas de los pies
en el borde del andén.


MARIPOSAS

Hoy no quiso usar ropa interior,
así es que, así nomás, se puso la pollerita tableada
y salió a la calle
Sentada en la plaza abrió SU libro de poemas
Cuando pasé y la miré
cruzó las piernas tímidamente,
para que no sea tan evidente,
la sonrisa complaciente
de su sexo.


ENCARGO

Una hormiga quedó aplastada
-accidentalmente-
entre mi mano derecha
y la saliente del balcón
entre la búsqueda de mi último vuelo
y la redención contundente de la baranda.

Se desacelera mi respiración cuando
en mi palma se hace corpórea la agonía
el vértigo , el abismo...
Hey, Hormiga!
Cuando llegues a ESE lugar donde
mi abuela me espera
dile
que no se impaciente
que ya encontré el rastro,
Dile que voy en camino
por el atajo que señalan los amores ingratos.
Ahí voy
que voy..
que no es fácil mantener el equilibrio
cuando el canto de los pájaros ya no hace contrapeso
Ahora cuando
es la cornisa
la que se
estre
cha
y es el vacío impaciente el que se ensancha.



LA TANGA DE LA BANDA

No he de callar, por más que con el dedo
Ya tocando la boca, o ya la frente
Silencio avises, o amenaces miedo
(Francisco Quevedo)


Hoy ha ganado Boca y la alegría es abundante en las calles argentinas
Yo también estoy contenta,
en la bombonera de mis sábanas daré vueltas olímpicas
Te espero, mi bostero querido
Que no me quejo de tus domingos
boquiabierto, mirada de cristal líquido de puro Futbol de Primera
Espero ansiosa tu pasión futbolera
Que no me quejo de tus sábados de picaditos con los muchachos del barrio
Si aguardo el espectáculo de tus piernas poderosas
Encajadas en esos pantaloncitos de tela liviana

Venite con la voz enmudecida
embebida en la euforia de los estribillos de la 12

Me gustas cuando callas…
Parece que tus ojos se hubieran volado…

Venite pronto y tira por el balcón los papelitos
en los que escribí versos de amor en posición adelantada
Venite , querido, con tus ojos sin metáforas
Ojos de azabache de cristal negro
que te daré uvas moscatel en mi prado
cuando roces con tu hocico mis florecillas rosas, celestes y gualdas

Ay! Que doradas son las noches azules
Que azulados tus vellos dorados!
Mi boca será tu Boca. Los goles de pasión mi revancha.
Cuando me agache a comer el maíz que desparramaste en la cama
me arranques mi tanguita rojiblanca con los dientes,
me tomes de la cadera con fuerza
y, con la poca voz que te quede, me digas:
-“vení, gallinita linda, que ahora te toca a vos”


SOLO HOJAS

Hoy no he podido recordar ni tu nombre
los días se pueblan de hojas
de ojos
de ojos sin labios
de ojos en puro silencio

de hojas doradas y crujientes
de hojas en blanco
de hojas abolladas
como piedras
como rocas
cargadas en la espalda.
andré cruchaga - poeta de oración solar - chalatenango - el salvador

























Días con altares descoloridos


Hay días donde los teléfonos no sirven para las emociones.
No hay redención en estos meses para el fantasma que soy.
En los altares se respiran jardines descoloridos: Salmos
De vieja data, alianzas que a la luz del Evangelio parecen
Irrespirables; —Tanta humedad no redime mi saliva; tanta
Estío quema el lecho, los nidos y la transpiración.
En el trajín el hálito desvela naufragios.
Al pie de los Santos mi sangre rebalsa de cruces:
En el escombro de la respiración no hay balsas fenicias.
(Ella, la de siempre, quizá pueda descifrar los arcanos,
Las horas cristianas y prudentes de la almohada,
Tender las cobijas con inocentes manos,
Abrir las ventanas y angelizar el tiempo,
Confiar en la unanimidad omnipresente del pan,
Tranzar con los manuscritos de la mirra,
Enhebrar la premoción como una orfebre de audaces tallos
Y respiraciones, de densidades comestibles.
Ella, la de siempre, no camina sobre las colillas del calendario,
Ni le son ilegibles los espejos,
Ni hay ceniza en el entrecejo audible del eco,
Ni des-ala las palabras de la ausencia,
Ni anilla pañuelos en su portento:
Es como un lirio de alacenas resguardadas, pero hila mis trajines
Sin alivio todas las semanas. Nada hay sobre la mesa:
En mi boca el fermento no se hace adviento.
El frío arrodilla mi sed, y se esfuma del ala del imaginario.
En las paredes lo inerme necesita auxilio:
Sus senos bien pueden ser lámparas confidentes,
Sumas en este coro cíclico del tiempo enfundado en postigos.
Ella, la de siempre, es río de enfundada música —y, aunque
Tarda el agua en su cósmica travesía, presiento la alacena
Del invierno con su confesa eucaristía.)
He llegado a la abadía de la ceniza con su fragancia,
He mordido el destierro sin manteles;
Sin sosiegos trasegué el mar, las estelas prolijas de la espuma,
Las fumarolas en las sienes del camino,
Las sombras intrépidas de la aspiración,
El arca del tejado a propósito de la heredad, las enredaderas
Quemantes de la voluntad, la piedra suelta de la lejanía,
Y este querer olvidar el consabido grito de la embriaguez.
Sé a fin de cuentas que el día tiene altares descoloridos:
Ahí no hay tutelajes ni abluciones para salvar la ruina.
O este equipaje del follaje circular de medianoche.
Y, para mi propia liturgia, la lucidez se vuelve reja,
—No precisamente un peldaño de música samaritana,
No tren con recompensas, no suelo sin extravío de las venas,
No humeantes sílabas conservando las palabras,
Pero sí oscuros tragaluces en mi incandescencia interior,
Sí querellas del desvelo desabrigado —huesos presos
Por el estupor humano, oscuro rezo del silencio…

Barataria, 09.VIII.2009




Canto a la ceniza


puedo gritar, gritar hasta romper el techo…
FÉLIX DE AZÚA



En el tejado la luz del día transforma el polvo de las vestiduras.
Cada pájaro anda los sueños en las plumas.
Un día menos pensado las vocales respiran escaleras.
La lengua sube hasta los espacios de la cruz
En el jardín de la noche los árboles se visten de porcelana.
El viento arrebata los sombreros de los árboles.
Las orejas de las piedras crecen como raíces gigantes.
Los trenes cuelgan de los péndulos hasta desgastar su eco.
Las nubes grises siempre se convierten en el periódico
De todos los días, en la lágrima suelta sobre los cabellos.
Los niños que salen a la calle terminan siendo el sandwiche
De la violencia: —En el bolsillo ya no cabe el aire
De los anhelos, ni el blanco y negro de la impunidad.
Los espacios azules sólo se ven en los hoteles de cinco estrellas;
No en el petate donde bailan los piojos y las pulgas.
Alguien nos metió en la cabeza que el blanco es símbolo
De la paz y así, con el rostro también blanco nos cantan
El Himno a la Alegría. En seguida sangra el caballo de la muerte.
Hay cortejos fúnebres en el pensamiento:
¿Dónde encuentro manos y brazos sin heridas?
Jinetes de ponzoña maduran en el aliento; ahí los hisopos
Cabalgan como sepultureros, desenvueltos en huesos
Por las calles donde sólo cabe la noche como compañera.
Astillas de fuego lamen las alas.
Y así busco el chubasco de las semillas en la lluvia.
¿Hasta cuándo la noche será azor en medio de relámpagos?
—Los troncos de la respiración como muñones secos, los aleros
Evasivos de las lágrimas, la sal misma que lame las pupilas.
Desde siempre la sangre nace diariamente en el combate.
Quiero un melón de ternura en los nidos de la voz,
Y no el mal agüero, sombreado por guijarros y hojarasca.
Siempre me toca abrazar las palabras perdidas de medianoche.
—Y esa bufanda de brisa distinta a la risa.
En el follaje alrededor de los zapatos, caben peces ahogados.
Canto a la ceniza en esa flama que el carbón deshace.
Un portal de mortajas cubre las sombrillas del calendario.
Rígidas miradas alimentan los comejenes de los símbolos.
En los cementerios las mariposas elevan sus consignas.
¿En qué sitio puedo guarecer la blancura de mis uñas, o los lirios?
—cada vez la tierra se vuelve absurdo camino.
Las constelaciones destejen el último suspiro del día;
Mientras tanto los pájaros se pierden en el desierto de las palabras.
Los atrios del alba no resplandecen en el cielo.
Un día es menos cierto que la baba de las estatuas.
(Entre el estertor que me producen tus senos, entre las isla aceitosa
Que me refugia, camina el ojo y este grito de pájaro).
Ante los días y sus muros sin profecías de Jericó,
Alargo estas desgastadas puertas del suspiro…

Barataria, 08.IX.09




Ausencia



Las ausencias siempre tatúan la vigilia. Esa hoja seca, desbordada
De la noche. —Sobre el follaje el aliento alucinado de los meses.
El río de caballos que no es el mismo, los tropeles en las sienes,
Y esa distancia irremediable de la paz. Esa lluvia lenta, horadando
Las paredes de abobe, masticando la intemperie.
Es un poco velar mortajas esta espera. Es la plegaria del pabilo
Mortecino, duna encarnada en el silencio, palabra sin estribo.
A menudo me toca remover los huesos del alfabeto o las alas
Que descendieron a lápidas, o tragar el vapor ajado de los harapos.
(Ahora mismo tengo un puñado de sílabas tormentosas, y quién
Sabe si de guijarros pasen a ser polvo, ataúdes rotos, días comidos
Por la sal de la lágrima, lecho invadido por almohadas rancias.
Ahora mismo Leteo se apodera de los pájaros y de la noche y los nombres.
Después de todo queda la travesía por el fuego: exasperado paraíso
De demonios donde vos ni yo somos inocentes).
El extravío es tal que ya no tienen nudo los sentidos. —De hecho
El firmamento es una rama de ocote en plena combustión. El vértigo
Desfonda los orgasmos, el hocico del planeta se ha vuelto látigo.
Lo indecible pierde las crestas del tacto. La sangre traspasa, sin embargo,
Las noches de los embudos y los aluviones, el sol del sexo en el subsuelo.
A menudo —y aunque sea paradoja— en el espejismo uno recobra la cordura;
Al menos eso me pasa cuando la memoria piensa en las enredaderas,
En las persianas simulando escaleras, en las efigies inevitables
De la existencia. De pronto, tras la ráfaga supura la boca de lo ignoto.
O lo ignoto desteje esos hilos que se ocultan en el Universo.
El trasluz se hizo de andrajos. No sé si existe todavía extensión
Para la transparencia: —o para encontrar rostros bajo la lluvia,
O para alcanzar al viento, ahora, con los ojos recostados en el lecho de la almohada.
¿Dónde es menos adusta la distancia, cualquier distancia?
¿Dónde puedo encontrarte sin aldabas, sin puertas, sin paredes, con ventanas?
¿Dónde el miedo ha dejado de ser patrimonio, piedra en la boca?
—Algún lugar habrá menos frívolo que ciertas películas de Hollywood.
No sé si en los mataderos de semovivientes, en las cucharas soperas,
En las catedrales donde la memoria simula zapatos, en los jardines del eco,
O en la simple cobija que cubre la chispa del laberinto.
Nunca sé cuando los días son tan ciertos como el papel reciclable.
O los abrazos se hacen pepitas de aliento, o semillas del desvarío.
Aún así escarbo en las trampas de la fe. No en el niño de Atocha,
Ni en los Santos de la Santa Iglesia, ni el mapamundi del azar, ni en la espuma
Gastada por los dientes de las olas, ni en el nahual de mis ancestros.
Doy por cierta la hora visible de los poros: —El escombro copiado
A la brisa, la pesadilla de las tijeras en las pupilas y los poros y las sienes.
Doy por ciertas las jaulas y las máscaras, el porvenir genuflexo,
Doy por cierto, la alacena vacía —el espejo a oscuras de las sábanas
Sin cuerpos, las trampas del alfabeto en las tapicerías, y esta forma simple
De ser tras los pájaros atisbando fardos de vuelos.
Doy a lo imposible el único rostro que tengo: —el mediodía innumerable,
Y este recelo de perro agolpado en las aceras,
Y este bosque ensangrentado de letargos,
Y esta sustancia de mimbre con días oscuros,
Y este latido de amaranto en la cinta de mis zapatos…

Barataria, 29.VIII.2009



Crimen conjetural

Estoy cansado de estar muerto y ser.
JUAN EDUARDO CIRLOT



Una vez la monotonía se posa en el Universo, caen las begonias.
La desnudez del naufragio siempre es tensa comida para
Los amaneceres cuya virtual gestación desvanece las tormentas.
Las horas arden en el insomnio de la vida. Flores muertas
Las manos en el fuego, en cada recuerdo los cadáveres
Agonizantes, los espejos palpando la oscuridad de los estantes,
Las arañas como fotografías en las paredes.
A menudo los trenes olvidan las líneas del horizonte.
En mi camisa languidece el viaje de las nubes;
Hay jardines edificados por el espejismo de las pupilas:
—siempre es así la retórica del polvo, la escritura que recordamos
Ocasionalmente en las escaleras furtivas del aire.
La irrealidad tiene sentido en el antifaz de la hoguera:
Desde luego las mareas alteran el fluir de la historia.
Los peces miniatura enterrados en el pensamiento, las monedas
Amargas de la impunidad, la vida procaz de los zapatos.
Quiero hacer un circo con todas las estrellas colgadas de saetas,
Convertir en ceniza la melancolía de los relojes, vaciar todos
Los recuerdos, morder las estatuas que obstaculizan las aceras,
Detener la comedia de los banqueros y los políticos,
Acariciar a la niña que se volvió chimenea en mi tabaco.
(Cuando pienso en tu cuerpo, el búho me fusila con su mirada,
En el laberinto de la noche, adoro los erráticos prontuarios del musgo).
En lo inhóspito y los muros sólo hay silencio.—Asilos floreciendo
Lejos de casa, trenes, si acaso, en los tejidos de la lejanía.
Resulta un crimen a la inocencia perder la camisa por encima
De cualquier día de semana: la negación no resuelve los residuos
De las moscas, ni explica los golpes de lluvia en los objetos.
El pánico siempre está ahí como la ráfaga iluminando la noche.
El lenguaje está ahí con la salivación de la retórica.
En los puños del poder hay años de bilis: eso explica el plato vacío
En la mesa, los movimientos fracasados del Paraíso.
El lápiz hurga entre la pulsación de las paredes —tensados grafitos,
Fatigada superficie desplazándose a través de la comida.
(Toda tu lencería verde reverbera como pájaros en mis sienes;
Casi rural me parece la lluvia sobre los helechos,
Las venas queman la sartén de los sonidos; la espuela de los ecos,
Encabrita el manantial con sus relojes).
Sobre las columnas de la sed, la tortura soporta su pavor.
No hacen falta explicaciones más allá de las conferencias de prensa;
Tampoco importa desvanecerse en una taza de nitroglicerina.
Jamás volví a ver los peces de mi infancia, salvo en la memoria.
Mis ídolos dejaron de ser candidatos a premios mundiales por la paz;
Ahora son cadáveres o sudor en mi espalda.
No sé si es posible atravesar en tren el cáncer de las iglesias,
O refugiarse en ciertas aguas a fin de que ahí no lleguen los motines,
Ni uno sea despojado de ojos y sueños.
(Pienso en esta soledad sin hoteles, en esta ruralidad de mis pies,
En las sandías donde hay un corazón rojo, techado de soles negros.
Todo huele a un País en desuso. Los caminos, la ropa, las paredes.
¿Cuándo te veré desnuda sobre la claridad de esta respiración?
—Será sin duda, en una noche de cipreses).
Ahora, me quedo en un cementerio de ventanas. Sobre el cáncer
De los durmientes, los rieles consumen la última luz en el pañuelo.
La lluvia de la oscuridad abate las aceras: —la herida no espera
Clarividencias, ni la penumbra hace años de cristal.

Barataria, 20.VIII.2009




Extraño cielo el País de mis ojos




Debiera de una vez cerrar la puerta.
JOSÉ MARÍA FONOLLOSA



En las sienes arde el pájaro de la aurora en espiral de cierzo.
Toda la imagen del día trenza mariposas; la luz entre campanas,
Crece junto a los cascos del arco iris, el asombro oficia
Rompeolas en las pupilas, los niños como las ventanas desvanecen
Las sombras ajadas del desvelo. Ese desvelo que no cabe
En los papeles ni en la caligrafía. El tiempo nos gana el olvido.
O por lo menos nos va acercando a los domingos de la muerte.
La respiración hace volar los sueños: o por lo menos hace
Que los ojos se planten en otro lecho; —Ese es el oficio
De las luciérnagas en invierno, las estrellas de la noche se hunden
En las esquinas de las ventanas, o en la cresta de las olas,
O en los cabellos desolados de la breña, o en este hastío sin periódicos.
O en este grito de ceniza sobre el mármol, absurda prueba
Del horror en mis huesos. (Ando entre el murmullo de tantas bocas
Sin sentido. Fatigadas sombras, acaso, de la extrañeza de estar
En un paisaje parecido a los muros, a la mujer de mis antiguas
Respiraciones, a la ciudad que siempre me despide con cicatrices
En las manos, a esa flor que musitó en mi pecho largas noches).
¿Qué son los muelles, los barcos, los trenes, al borde del caos?
—Son nombres en la caldera del poema. Relámpagos en la súbita
Conquista, gastada arcilla en la desnudez en vasijas de tinta.
¿Qué es la adversidad de los cuchillos en la garganta, la hora cero
En la alcoba de los eruditos, los espejos del vecindario?
—La cárcel librando lágrimas en la penumbra. La soledad de un libro
Sin espadas, la muchacha que se abruma en un diccionario
Buscando sólo palabras felices. La realidad arbitraria de la autenticidad.
Uno se afana en buscar la luz de los meteoros —Nunca esa luz llega
Sino en los desaciertos que la vida a diario nos prodiga.
Me pregunto qué pasara cuando muera por completo el amor
O la esperanza, o la pantomima de estas peluquerías del siglo 21.
El juego de vivir empieza por cierta abnegación a las caricaturas.
(Aquella muchacha nunca contestó mis poemas. Supongo que es
Fina y delicada como un hotel de 100 estrellas. Ignora que un poema
Es como el ojo en un espejo; —la veo reverdecer, sin embargo
En la noche, entre el aire pobre y la inmensidad de mi Esperanza.
Si algo sirve de alivio es que todavía le escribo poemas)…
Al fondo del sigilo, las pupilas difusas de los espejos,
A veces la penuria en un fardo de fatiga: la continua fuga junto
Al ojo, el cielo de las palabras sin paraguas, la muchedumbre
Embotellada en la neblina, la sed hacia la piedra.
Es todo lo que puedo decir después de fumar cavernas.
—Ligeramente los relámpagos se tornan estiércol. Ahora
Me devoran flautistas de casi tres mil años. Los sombreros
Saben a oscuridad; vos, a ese monólogo que repite la memoria.
¿Hilarás los días pintados en mis cuadernos rotos, manchados
Por la lluvia, desgarrados en su instante de espinas?
—La noche es redonda como la moneda de las constelaciones;
Los días refuerzan las estatuas erigidas —puertas dicen algunos
Para festejar la memoria; llaves, quizá para otros, aposentos
Del sexo sumergido en el mentón o en la curvada humedad
De los colchones. Lo cierto es que en mis manos, descubro no sólo
El fuego, sino este derruido anaquel del alba…
Y así, todavía, sigo sangrando como un escolar frente a la lección
De un adusto mentor sin un matizado barco de imágenes.

Barataria, 03.IX.2009




Mar a fondo




Los que vestimos cuerpos como trajes envejecidosa quienes basta el hurto o la limosna de una migaja que es todo el pan y la única hostiahemos llegado al litoral de los siglos que pesan sobre nuestros corazones angustiados,
SALVADOR NOVO




Mar a fondo la noche total de mis sentidos. La cama en el rostro,
El pecho apuntalado por tiestos de Calipso, el andar humedecido
Por los días, la imagen carnal, sin limites en la habitación.
La asfixia casi toca los huesos. La finitud de las certezas
Arrancada a ciertas ambigüedades, la liturgia del aire en los párpados,
—A veces la luz desfallece en los jardines, la profundidad ahoga
Las parábolas; gotea la herida instantáneas de párpados.
¿Hacia qué fondos la ceguera hace sus manufacturas? —¿Hacia
Qué calendarios la mesa coagula la comida, esas endurecidas
Palabras del grito? Los ojos giran, ligeros, alrededor de los objetos.
Aguas sombrías llenan el costado sacramental de la ráfaga.
Soy un comensal en el delantal del musgo. Braceo en el coral
De ciertos peces, en el apogeo de esa extraña luz, mundo agrietado
De flautas. Cada paisaje arde en los caracoles. Cada rastro
Es un corazón fermentado en la común trama de los espejos.
Hay crímenes al otro lado del sueño: —perros solares tendidos
En el alba, desnudos amantes que se alejan al desvanecer
La conciencia en las fotografías. En el ojo se instala el frío de la impunidad.
Los abuelos condenados a la desesperación, la anatomía crítica
De los clavos, el viejo tormento de los inviernos estacionales.
La Patria y el amor nunca llegan cuando se lloran. Nunca una guitarra
Revive los ojos, los pájaros repetidos que se alzan en la tarde.
(Para qué los brazos si no sirven para asir el olor a los vestidos;
A menudo el huracán lame los relojes donde el respiro caduca. En el atril
Del paladar no cabe el invierno con todo su alfabeto, pero sí,
Los rincones del sigilo, el desvelo del suspiro en el arco iris)…
En este mar a fondo hay noches y sed. Hay miseria y tortura.
—Siempre este País insepulto traicionó mis sueños. El desdén, la traición
Son permanentes: ¿Dónde estás mientras agonizo? ¿Dónde te encuentro
Sin ver sepulturas, con una pizca de zumbidos, agonizante
En la necesidad de los ovarios, con un frasco de esperanza y sin barbitúricos?
No sé a fin de cuentas dónde te encuentras. No sé del vestido tornado
En fortaleza, ni en quién reclinas tu arquitectura.
Frente al ansia y el despojo renace el olvido y la estridencia de los muertos.
Hay días donde la lágrima resurge con ímpetu. Hay días donde la miel
Es un viejo litoral de acantilados, obsceno lazo de ahogos.
Sucede que las falacias se abren en trozos de pan. No en feliz asombro.
Los días son más ciertos cuando punzan la quejumbre.
Cuando la herida se llena de clamores, y el llanto es un retrato
De crisantemos. (Y aunque la paradoja sea un poco afortunada,
La oscuridad alcanza la legibilidad de los dientes, la degradación
Exacta de las vísceras, y el antiguo submundo de las ventanas en los ojos.
A menudo es la retórica la que se encarga de los simulacros. Por lo demás,
Conozco el retruécano de los discursos y el disparo a la racionalidad).
Nunca me dices nada de esta tortura que depreda los cuadernos del día.
Nunca estás aquí conmigo soportando la baba de las puertas cerradas,
La herrumbre sin tregua de la descomposición,
Los árboles cortados donde grazna el horizonte, las víctimas ahogadas
En las cloacas y esa mañana donde decapito mi esperanza.
El mundo nos arrastra con su puñal desorbitado hacia espacios
Donde los jardines se disecan…

Barataria, 27.VIII.2009



André Cruchaga, Nació en Chalatenango, El Salvador, 1957. Tiene una licenciatura en Ciencias de la Educación. Además de profesor de humanidades, ha desempeñado la función de docente en Educación Básica y Superior. Parte de su obra poética ha sido traducida al francés por Jean Dif, Danièlle Trottier y Valèrie St-Germain. Estas últimas, el libro antológico: “El fuego atrás de la ventana” (Le feu derrière la fenêtre) y Viajar de la ceniza. La poeta María Eugenia Lizeaga, por su parte, ha traducido el libro “Oscuridad sin fecha” al Idioma vasco (Euskera); y poemas sueltos, al holandés por Michel Krott. Jurado de Poesía de la XVI Bienal Literaria "José Antonio Ramos Sucre", Venezuela, junio de 2007. Buena parte de su obra se encuentra publicada en diferentes revistas electrónicas de Argentina, Chile, España, Grecia, Estados Unidos, Colombia, México, Perú, Italia, Holanda.
gabriel impaglione - poeta de palabra en lucha - morón - buenos aires - reside en cerdeña - italia

























Che aquí allá
¿quién habrá de juntarte otra vez?
- Juan Gelman

He visto tu boca
multiplicada en la caravana de los libres
en las mesas compartidas de las bibliotecas
y tus pies en el sendero de los surcos urgentes.
He visto tu brazo fértil tensar el futuro aquí, allá
y tu brazo de agua alargarse a todos los hombres de la tierra.
Y tus ojos en la cerrada noche, en la noche
violenta de las injusticias.
He visto en el centro del día tu corazón al galope
un palmo de tu piel
componer la cicatriz del compañero.
He visto debajo de las camisas gastadas de abrazar luz
tus pulmones cansados
y en las orillas de todos los rumbos
las flores silvestres de tu silbo.
Y en cada niño tu sonrisa desafiando la muerte
y tus manos trepadas a la herramienta, al cielo
en llamas, al viento ingobernable, a las campanas.
He visto
en cada uno de nosotros
un gesto tuyo que nos hermana
la ternura que nos templa.

Quién casa por casa llamará a componerte
en la hora infinita?


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No es la voluntad
de proa
ese tesón
de abrirle surco
a la vastedad
es
cómo decirlo
... una delicada
minuciosa
intención
de no dejar nada
librado al orden.


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Adolescencia

Que fue de aquel que sólo veía
la página en blanco de los días?
Apenas balbuceaba territorios
inexactos trazando palabras
inconclusas
estridentes
en su ilusión de grito.
Aquel que se sabía
todopoderoso
como un pequeño dios de barrio.

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Asaltaron la casa y el día, fragmentado
acabó como un hombre roto en la vereda.

Asi han comenzado las horas del fuego
y en el vértigo de las llamas se quema
el tiempo y sus razones.

Nada será igual, la muerte ha establecido
un límite preciso entre memoria y miedo,
no habrá de ser en vano el luto,
no será inútil la rabia contenida.

Vendrán otras hogueras para izar el canto
y el canto que será un viento violento
encenderá la noche de un extremo al otro
de la tierra.

Allí arderán solapas sotanas y garrotes
lenguas falsos ídolos medallas billeteras.
Será el fuego del pueblo alba nueva.

Entrará en la casa aire puro, la música
de los almuerzos, el rumor de las máquinas
la risa de los niños que en los patios
no temerán al monstruo armado.

Honduras brillará constelada
en su altura infinita.


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No se trata de la hecatombe universal,
un maremoto, por ejemplo, de polo a polo,
cierto viento de carbón, como la noche
avanzando
terminante.

Hay cotidianos fin del mundo, pequeños
gigantes ignorados fines absolutos.

La bomba que arranca
el alma de la carne
rota.
La casa derribada,
el surco envenenado.
Palabras decapitadas
por el filo de un billete.

No será la tierra
desovillándose
como bestia fantástica,
abriéndose el vientre
de un tajo feroz.

Será el hábito cruel de la indiferencia,
tanto azufre y hoguera
que a veces parece
no ser demasiado.

Como un largo día de siglos
donde nadie jamás
llame a ninguna puerta,
donde el aquí y el ahora
ya no importe.

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Sobre la ceguera

Qué el viento quieto en la veleta,
la aurora en un ángulo oscuro,
una palabra
que se retuerce en las manos.

El silencio clava por la espalda
su filo de hielo
y ríe cuesta arriba
la calle que baja con todos sus muertos.

Allá en la cima hay una guerra.
Violentas humaredas violetas.
No es día ni es noche, es guerra.

En la dulce llanura elegantes escribas
persiguen mariposas con sus plumas
de cazar metáfora.

De matar metáfora.

--salvo honrosas excepciones, Poetas
verso en ristre, que guardo en la memoria
en defensa propia —


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Qué la patria?
El sudor inútil que regresa de un andamio desvencijado?
Un águila guerrera?

Qué la patria?
Los hijos frente al altomuro del futuronoexiste?
Cada excelencia con discurso?
Los embozados picaneros embotados?

Qué la patria?
Los huesos apaleados de la historia?
Los jamases diarios?
La Society Rural?

Qué la patria?
Los barcos, las fronteras, azulunala?
Los bancos las bancas los bingos la bamba?
Cada día triste de caminar descalzo?
Los superdinosaurios de la patagonia?
Las sillas, las casillas, los casilleros de la polítiquería?

Qué la patria?
El gatillo fácil, laguitafácil, la picanafácil,
los pecados los pescados los pesados las pisadas
los pasados errores, las posadas del pecado?

los suelditos de votameonocomés?

Los colectivos llenos de los actos, los colectivos llenos
de andarse de casa, los trenes blancos, llenos de esosnegritos?

Las misas en medio de la peste la peste en la misa la misa
de la peste las pestes en la misa?
O las mesas donde boquean las masas las musas y las mozas?
Qué la patria?

La esma, el sie, la cgt, el pen, la afa, el dni, los hdep,
los gauchos de luxe 4X4, la Sojera Company?
Los descamisados con secretaria privada fulltime?
Altaenelcielo?

Choclo locro polo coso con toco non probo
los pocos chorros con todo?

Los churros el mate la lópez pereyra?
Qué la patria?

Puertomadero?

Los patroncitos de las comunas? Los sindicalistas
de la patronal, los patrones de los padrones, los padrinos
en sus padrenuestros del todoesnuestro y nuestronomás?

Una sandía en el arroyito mientras se fritan las mojarritas?

Qué la patria?
Los elegantes del nometoquenelbolsillo?
Las estatuas de las plazas, las playas empetroladas
o las ojeras disimuladas en las manos en la cara
de quien busca y no encuentra una gota de aire una gota
de agua una gota de trabajo o día posible?

Qué la patria?
Los imbéciles delatv? La tvimbécil? Esa máquina imbécil
de clonar imbéciles? Los imbéciles dueños de la tvimbécil?

El Bronce que sonríe junando bajo el ala del sombrero?
Malena canta el tango?
Caminito? San Telmo? La quinta de Olivos? Villa Socorro?
El sol del 25 viene asomando?

Qué la patria?
El Hotel de Inmigrantes?
La trágica Patagonia?
La Forestal, la ingestión de Roca, La Mansión Seré?
Los fusilamientos de José León Suárez?
El bombardeo de Plaza de Mayo?
Los descamisados o los camisas negras?
El déme dos o los dos feroces orejudos,
el petiso y el cipayo?
La revolución del Parque?

Qué la patria?
Anclao en Paris?
La felicidad ja ja ja ja?
Co-mu-ni-ca-do- nú- me-ro- u-no?
Los monseñores de los campos de exterminio?

Como no cobro no tomo no como voto sobro.

Qué la patria?
Baleros, bolitas, boludos, boleadoras?
Borceguíes,busecas, bagayos, bodrios y bajones?

El por-algo-será?
O juremos con gloria morir?
Los pequebúes los yupis, la gilada de la City?

Hubo un tiempo que fue hermoso?
Las ollas se machucaban en los griteríos
y corrían espantadas hienas, gusanos
monos con carnet, las especies parásitas
o los parásitos especiales.

Todos corrían a sus cavernas y desde allí
miraban el gentío del quesevayantodos
viento que parecía trueno fundando el mundo.
Fundiéndolo y refundándolo. Fundiéndose.

Qué la patria?
El lastre de-no-poder con nosotros mismos?

Otra vez los todos que debieron irse
son la patria?

Qué la patria?
Los eslabones perdidos caminan
por el salón de los pasos perdidos?

Dónde está el futuro?
Más adelante? En esta o aquella dirección?
Detrás de un árbol jugando a las escondidas
con nosotros niños
de “un pais jardín de infantes”?

Qué la patria?

Sólo todos los pocos cosos con oro?

Cada mañana a trabajar, sal, santa paz,
a casa, calma, pantalla banana, hasta mañana?
Qué la patria?

“libros no, alpargatas si”?
La patria es la Casa de Gobierno?

Los viáticos especiales y los fondos reservados?
Los fondos a la izquierda?
La derecha omnipresente, aquella
del somos derechos y humanos?
Qué La patria?

El jardín de la República con tirano a sueldo?
El Gran Buenos Aires de la cosa nostra?

Bombo, loco, bombo con los monchos, bombo?
La santa máscara, plata plata a la santa máscara?
No nos preocupemos que los goles ya van a venir?

Qué la patria?
La frustración que trepa el día en su enredadera
contaminada, los pibes invirtiendo la vida recién
estrenada por las avenidas de la limosna?

El fosforecente cardumen que no sabe
qué cosa es la patria pero le prende velas
la discursea, enumera, la blande y bastardea
en defensa del american life que debe ser la patria?

Los que se cambiaron de vereda porqué
por una moneda baila el mono?
Los arrepentidos de haber vivido?
Los que en aquella loca juventud fueron comunistas?
Los que del Monte evolucionaron a la City?

Qué la patria?

Caritaspintadas, boquitaspintadas, peligro, recien pintado?
Dulcineas que acuchillan a Marat, blancanieves
oficiales demorando la juventud en un pozo negro?
Changuitos con la gorrita de los chicagobulls?
Las remeritas con la imagen del Che en los shoppings?

Qué la patria?

Los ricos dicen la lucha de clases es cosa del pasado
y los pobres asienten, si Don, tiene razón?
Y tras cartón, más explotación.

El discurso progresista de los congresistas
que viven en los country?
Los poetas sagrados que cantan a los gatos
de la primera dama?

Un silencio infinito que llega desde el ángulo
sombrío del nomeacuerdo?

Los himnos latentes en las rosas, las rosas
marchando hacia el día, el día que se abre
como un pan, el pan que hará justicia?

Cuándo la patria?

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Datos personales:

Gabriel Impaglione, Morón- Buenos Aires- 1958. poeta, periodista. Dirige la revista de poesía y literaturas "Isla Negra". Reside en Italia.
Sus últimas publicaciones:
Otras explicaciones, poesía- 0111 edizioni, Italia, 2008.
Medanales, crónicas y desmemorias, narrativa, Eco Ediciones, Buenos aires, 2009.

juan lópez - poeta del nihilismo - mendoza - región de cuyo - argentina




















vidente

veo papeles
veo papeles que además son billetes
veo manos
veo manos y brazos
brazos y manos de mujeres y de niños
no veo brazos de hombres ni de ancianos es extraño
veo sangre
sangre seca
oscura
veo el viento
el viento que arrastra papeles billetes
manos
brazos
el viento que arrastra
dispersa borra del mapa
la sangre
la sangre seca.


Poemas (Mendoza, Ediciones Simples, 1999).

1

si hubiera direcciones
flechas marcadas
tontos avisos
esto no sería
ni siquiera
un abismo
no se podría caer
no habría caminos truncos
grietas
ni sogas al cuello
ni hombres
perdidos



2

las almas de los niños descalzos
la voz de un pájaro
lo que piensan los hombres solos
el calor de las piedras
la tierra seca en las manos
los trenes que quedan
lo que sueñan las mujeres solas
las bicis desinfladas de mi barrio
la foto de los padres
la furia de los alumnos
la última mamadera
lo que duelen las ampollas
el pellejo de los seres tristes
las teorías
las prácticas
la seriedad de los animales
el filo del amor
los huevos fritos
la tele apagada
lo que hace ese policía sin testigos
la distancia entre los planetas
la sangre de los bebés sin nombre
los sueños luminosos de los ciegos
los autos de las chacaritas
lo que no se dicen los amigos
las tortas de cumpleaños
los ataúdes
los animales de circo
las llaves perdidas
«nuestros paisanos los indios»
los papeleros de las oficinas
el llanto de las máscaras
los hijos del vacío
las autopistas de los que huyen
la tormenta en el campo
los frascos de tranquilizantes
los hombres corcho
lo que somos en medio del odio
las calles de tierra
lo que hemos dicho y lo que no diremos
el tiempo que nos queda
la palabra fin al final de una historia



3

el estado de comodidad
produce desviaciones al alma
la prolongada falta de vértigo
desmantela la agudeza
bloquea el sentido del amor
y el olvido se filtra
y permanece
los deseos de poder aumentan
y la mezquindad invade
peligrosamente
todo

6

lo importante es sufrir
lo que se sufre se conoce
el que sufre se conoce
se acerca a sí mismo
deja de ser
un feliz
idiota



7

soltame el cuello
de a poco
o como te guste
siempre y cuando
no te parezca mal
dejarme
respirar



9

no me parece gracioso
nada de lo que aparece
no me parece interesante
no me parece bello
no me parece útil
no deseo nada de lo que ofrecen
no me parece mucho ni poco ni suficiente
ni oportuno
no me parece un estímulo
ni un obstáculo
ni un acierto
no me parece la salvación
ni la tranquilidad
ni el futuro



14

vivir para uno mismo
es como tragarse la lengua


15

vos sabés
mueren muchos niños
en este mundo
semejante a un relato biológico
donde no prosperan
los más débiles



35

y otra vez llegaron
y dijeron
el camino es hacia allá
y todos fuimos
hacia allá



41

respirar sin miedo
bajo la noche
sacar la cabeza del agua
como un reptil prohibido



49

el hombre despertó feliz
había soñado
que encontraba
trabajo


53

pensamos muy distinto
vivimos diferente
estamos más o menos equivocados
a veces festejamos
a veces nos ponemos tristes
pero hace tiempo que venimos fracasando en secreto
respondiendo bien a preguntas tontas
aprovechando las ofertas
(fracasar es ser siempre el mismo
integrarse en un sistema de mentiras
comprar objetos
para ver cómo no cambian
hasta que se rompen)
cada tanto volvemos a cometer el mismo error
(eso forma parte de nuestra falta de recursos
de nuestro ingenio plano)
hemos soñado demasiado y estamos perdidos
nos explicamos casi todo
casi todo el tiempo
(o lo intentamos)
y seguimos tirando respuestas contra la pared
de la conciencia rota
para poder dormir
(o el sueño nos borra
hasta despertar)



54

el poeta tímido
mutará
en poeta anarco
los que venden noticias
morirán
de soledad
el albañil hormiga
bajará los brazos
y alzará a un niño
las amas de casa y los curas
perderán la costumbre
de rezar y esperar
los supermercados habrán desaparecido
y eso será una bendición
las armas
no imagino qué destino podrán tener
que no sea matar
las estrellas del deporte
cobrarán sueldos básicos
y jugarán mejor
los ricos seguirán dando
vergüenza
y el amor
eso sí
seguirá siendo
el último
refugio