La poesía es un inalcanzable oasis en medio del desierto.
El poema es la sed.
El resto son espumosos espejismos.
sábado, octubre 24, 2009
fernanda escudero - poeta cósmica - san salvador de jujuy - jujuy - argentina
Poemas inéditos
Pelícanos
Estaba de nuevo soñando despierta buscando nuevas profesiones… nuevos modos de expresarme… infinitas formas de decir lo mismo…
Estaba de nuevo esperando que lo cotidiano me colme de gracias con lo cotidiano, con lo absurdo, con lo no dicho.
Y encontré por ahí voces fantasmales… pescar con pelícanos, tener la boca llena de peces… un oficio tan imposible como el del amor.
El libro de las estrellas
Un astro celeste nos pertenece desde que nacemos, una estrella por cada uno de nosotros y en las noches ya no estamos solos, nuestro doble celestial vive a través de su luz nuestra oscuridad innata y a su vez, nosotros, aspirantes inexpertos a la belleza cósmica, simplemente dejamos rozarnos por el haz de luz que las estrellas tienen deparado para nuestra doble vida.
Lado animal
Me voy quedando sola con mi lado animal, el feroz lado que me corre por las venas oxidadas, el instintivo lado que me lleva una y otra vez al pecado original, el inteligente lado que me permite la supervivencia.
Ser animal no cuesta tanto, ya casi me acostumbro al jadeo, a la soledad y al hambre, mis gritos se oyen más fuertes en la oscuridad, en la espesura, mis ojos ven a distancias impensadas.
Atrapar mi presa… eso todavía no lo he aprendido.
Ícarus
Con la luz del sol se derriten mis alas, si Ícaro lo supiera, no estaría solo en su remordimiento, al fin y al cabo, tanto ícaros como quijotes se ven obligados a habitar entre fantasmas vivientes.
Es así…
No habían finales felices ni en las fábulas ni en las novelas ni en las canciones de fiesta no habían finales siquiera era el país del Nunca Jamás donde crecen todos los personajes de ficción
allí desayunan mariposas tragan nubes sorben estrellas y sólo escriben poesía.
Voz
huella, marca, indicio… rastro, vestigio, impresión… emoción sobresalto señal simples balbuceos ebrios múltiple saliva estentórea infinidad de letras ceñidas una a una tras las cuerdas atravesando mares invisibles sin cables sin tubos sólo hálitos desenfrenados vuelos inauditos … silencios y cadencias diferentes modos de decir diferentes … un niño y una niña hablan en la oscuridad mientras juegan a las escondidas.
Catástrofes sobre-naturales
Parecen locos pero son religiosos Parecen violentos pero son patriotas Parecen enfermos pero tienen hambre Parecen asesinos pero son líderes … La naturaleza a veces nos juega en contra y lo catastrófico supera la realidad.
Youngers
Éramos tan jóvenes… Solíamos jugar con fuego Ahora de grandes, el fuego es peligroso
No boundaries
Hay un momento en la vida de todo hombre en el que todo cobra un peso específico… en el que lo simple se trastoca en desazones, en el que un helado sólo debe comerse en verano, en el que la idiotez de los otros son caricias a su alma, en el que un día de perros es cuando se corta el cable del canal, en el que un vaso de vino hace bien al corazón, en el que su ropa está separada según las estaciones, en el que las pastillas para dormir se hacen indispensables, en el que no se sale si no hay un plan, en el que las polillas son una gran preocupación, en el que los buenos modales se confunden con hipocresía, pero también hay otros momentos… en los que comemos con la boca abierta, en los que reímos a carcajadas, en los que abrazamos sin que se nos pida, en los que juzgar no existe en nuestro léxico, en los que un cigarrillo es más que suficiente, en los que esa sonrisa nos hace estremecer, en los que podría estar diluviando y nosotros felices mojados, hay momentos en la vida de todo hombre…simplemente momentos.
viernes, octubre 16, 2009
sandra acosta - poeta de la irreverencia - salta - región del noa - argentina
UNDERWORLD
Ahí me voy con tu poema pintado en los vagones toc-toc/toc-toc/ toconeando los versos en llamaradas taconeando en mi pecho como un orgasmo.
Me gusta que me pase así: como morder un kinoto de una.
Que veloz se los devoren las fauces oscuras que llevan al mismo -y al propio- infierno.
Quede solo un spray, una bruma sicodélica...
Así, con un poema Así, con el amor.
Como la ráfaga arrolladora del subte que no se detuvo en esta parada
Que me despeine, me congele los orificios nasales y me deje tambaleando con las puntas de los pies en el borde del andén.
MARIPOSAS
Hoy no quiso usar ropa interior, así es que, así nomás, se puso la pollerita tableada y salió a la calle Sentada en la plaza abrió SU libro de poemas Cuando pasé y la miré cruzó las piernas tímidamente, para que no sea tan evidente, la sonrisa complaciente de su sexo.
ENCARGO
Una hormiga quedó aplastada -accidentalmente- entre mi mano derecha y la saliente del balcón entre la búsqueda de mi último vuelo y la redención contundente de la baranda.
Se desacelera mi respiración cuando en mi palma se hace corpórea la agonía el vértigo , el abismo... Hey, Hormiga! Cuando llegues a ESE lugar donde mi abuela me espera dile que no se impaciente que ya encontré el rastro, Dile que voy en camino por el atajo que señalan los amores ingratos. Ahí voy que voy.. que no es fácil mantener el equilibrio cuando el canto de los pájaros ya no hace contrapeso Ahora cuando es la cornisa la que se estre cha y es el vacío impaciente el que se ensancha.
LA TANGA DE LA BANDA
No he de callar, por más que con el dedo Ya tocando la boca, o ya la frente Silencio avises, o amenaces miedo (Francisco Quevedo)
Hoy ha ganado Boca y la alegría es abundante en las calles argentinas Yo también estoy contenta, en la bombonera de mis sábanas daré vueltas olímpicas Te espero, mi bostero querido Que no me quejo de tus domingos boquiabierto, mirada de cristal líquido de puro Futbol de Primera Espero ansiosa tu pasión futbolera Que no me quejo de tus sábados de picaditos con los muchachos del barrio Si aguardo el espectáculo de tus piernas poderosas Encajadas en esos pantaloncitos de tela liviana
Venite con la voz enmudecida embebida en la euforia de los estribillos de la 12
Me gustas cuando callas… Parece que tus ojos se hubieran volado…
Venite pronto y tira por el balcón los papelitos en los que escribí versos de amor en posición adelantada Venite , querido, con tus ojos sin metáforas Ojos de azabache de cristal negro que te daré uvas moscatel en mi prado cuando roces con tu hocico mis florecillas rosas, celestes y gualdas
Ay! Que doradas son las noches azules Que azulados tus vellos dorados! Mi boca será tu Boca. Los goles de pasión mi revancha. Cuando me agache a comer el maíz que desparramaste en la cama me arranques mi tanguita rojiblanca con los dientes, me tomes de la cadera con fuerza y, con la poca voz que te quede, me digas: -“vení, gallinita linda, que ahora te toca a vos”
SOLO HOJAS
Hoy no he podido recordar ni tu nombre los días se pueblan de hojas de ojos de ojos sin labios de ojos en puro silencio
de hojas doradas y crujientes de hojas en blanco de hojas abolladas como piedras como rocas cargadas en la espalda.
andré cruchaga - poeta de oración solar - chalatenango - el salvador
Días con altares descoloridos
Hay días donde los teléfonos no sirven para las emociones. No hay redención en estos meses para el fantasma que soy. En los altares se respiran jardines descoloridos: Salmos De vieja data, alianzas que a la luz del Evangelio parecen Irrespirables; —Tanta humedad no redime mi saliva; tanta Estío quema el lecho, los nidos y la transpiración. En el trajín el hálito desvela naufragios. Al pie de los Santos mi sangre rebalsa de cruces: En el escombro de la respiración no hay balsas fenicias. (Ella, la de siempre, quizá pueda descifrar los arcanos, Las horas cristianas y prudentes de la almohada, Tender las cobijas con inocentes manos, Abrir las ventanas y angelizar el tiempo, Confiar en la unanimidad omnipresente del pan, Tranzar con los manuscritos de la mirra, Enhebrar la premoción como una orfebre de audaces tallos Y respiraciones, de densidades comestibles. Ella, la de siempre, no camina sobre las colillas del calendario, Ni le son ilegibles los espejos, Ni hay ceniza en el entrecejo audible del eco, Ni des-ala las palabras de la ausencia, Ni anilla pañuelos en su portento: Es como un lirio de alacenas resguardadas, pero hila mis trajines Sin alivio todas las semanas. Nada hay sobre la mesa: En mi boca el fermento no se hace adviento. El frío arrodilla mi sed, y se esfuma del ala del imaginario. En las paredes lo inerme necesita auxilio: Sus senos bien pueden ser lámparas confidentes, Sumas en este coro cíclico del tiempo enfundado en postigos. Ella, la de siempre, es río de enfundada música —y, aunque Tarda el agua en su cósmica travesía, presiento la alacena Del invierno con su confesa eucaristía.) He llegado a la abadía de la ceniza con su fragancia, He mordido el destierro sin manteles; Sin sosiegos trasegué el mar, las estelas prolijas de la espuma, Las fumarolas en las sienes del camino, Las sombras intrépidas de la aspiración, El arca del tejado a propósito de la heredad, las enredaderas Quemantes de la voluntad, la piedra suelta de la lejanía, Y este querer olvidar el consabido grito de la embriaguez. Sé a fin de cuentas que el día tiene altares descoloridos: Ahí no hay tutelajes ni abluciones para salvar la ruina. O este equipaje del follaje circular de medianoche. Y, para mi propia liturgia, la lucidez se vuelve reja, —No precisamente un peldaño de música samaritana, No tren con recompensas, no suelo sin extravío de las venas, No humeantes sílabas conservando las palabras, Pero sí oscuros tragaluces en mi incandescencia interior, Sí querellas del desvelo desabrigado —huesos presos Por el estupor humano, oscuro rezo del silencio…
Barataria, 09.VIII.2009
Canto a la ceniza
puedo gritar, gritar hasta romper el techo… FÉLIX DE AZÚA
En el tejado la luz del día transforma el polvo de las vestiduras. Cada pájaro anda los sueños en las plumas. Un día menos pensado las vocales respiran escaleras. La lengua sube hasta los espacios de la cruz En el jardín de la noche los árboles se visten de porcelana. El viento arrebata los sombreros de los árboles. Las orejas de las piedras crecen como raíces gigantes. Los trenes cuelgan de los péndulos hasta desgastar su eco. Las nubes grises siempre se convierten en el periódico De todos los días, en la lágrima suelta sobre los cabellos. Los niños que salen a la calle terminan siendo el sandwiche De la violencia: —En el bolsillo ya no cabe el aire De los anhelos, ni el blanco y negro de la impunidad. Los espacios azules sólo se ven en los hoteles de cinco estrellas; No en el petate donde bailan los piojos y las pulgas. Alguien nos metió en la cabeza que el blanco es símbolo De la paz y así, con el rostro también blanco nos cantan El Himno a la Alegría. En seguida sangra el caballo de la muerte. Hay cortejos fúnebres en el pensamiento: ¿Dónde encuentro manos y brazos sin heridas? Jinetes de ponzoña maduran en el aliento; ahí los hisopos Cabalgan como sepultureros, desenvueltos en huesos Por las calles donde sólo cabe la noche como compañera. Astillas de fuego lamen las alas. Y así busco el chubasco de las semillas en la lluvia. ¿Hasta cuándo la noche será azor en medio de relámpagos? —Los troncos de la respiración como muñones secos, los aleros Evasivos de las lágrimas, la sal misma que lame las pupilas. Desde siempre la sangre nace diariamente en el combate. Quiero un melón de ternura en los nidos de la voz, Y no el mal agüero, sombreado por guijarros y hojarasca. Siempre me toca abrazar las palabras perdidas de medianoche. —Y esa bufanda de brisa distinta a la risa. En el follaje alrededor de los zapatos, caben peces ahogados. Canto a la ceniza en esa flama que el carbón deshace. Un portal de mortajas cubre las sombrillas del calendario. Rígidas miradas alimentan los comejenes de los símbolos. En los cementerios las mariposas elevan sus consignas. ¿En qué sitio puedo guarecer la blancura de mis uñas, o los lirios? —cada vez la tierra se vuelve absurdo camino. Las constelaciones destejen el último suspiro del día; Mientras tanto los pájaros se pierden en el desierto de las palabras. Los atrios del alba no resplandecen en el cielo. Un día es menos cierto que la baba de las estatuas. (Entre el estertor que me producen tus senos, entre las isla aceitosa Que me refugia, camina el ojo y este grito de pájaro). Ante los días y sus muros sin profecías de Jericó, Alargo estas desgastadas puertas del suspiro…
Barataria, 08.IX.09
Ausencia
Las ausencias siempre tatúan la vigilia. Esa hoja seca, desbordada De la noche. —Sobre el follaje el aliento alucinado de los meses. El río de caballos que no es el mismo, los tropeles en las sienes, Y esa distancia irremediable de la paz. Esa lluvia lenta, horadando Las paredes de abobe, masticando la intemperie. Es un poco velar mortajas esta espera. Es la plegaria del pabilo Mortecino, duna encarnada en el silencio, palabra sin estribo. A menudo me toca remover los huesos del alfabeto o las alas Que descendieron a lápidas, o tragar el vapor ajado de los harapos. (Ahora mismo tengo un puñado de sílabas tormentosas, y quién Sabe si de guijarros pasen a ser polvo, ataúdes rotos, días comidos Por la sal de la lágrima, lecho invadido por almohadas rancias. Ahora mismo Leteo se apodera de los pájaros y de la noche y los nombres. Después de todo queda la travesía por el fuego: exasperado paraíso De demonios donde vos ni yo somos inocentes). El extravío es tal que ya no tienen nudo los sentidos. —De hecho El firmamento es una rama de ocote en plena combustión. El vértigo Desfonda los orgasmos, el hocico del planeta se ha vuelto látigo. Lo indecible pierde las crestas del tacto. La sangre traspasa, sin embargo, Las noches de los embudos y los aluviones, el sol del sexo en el subsuelo. A menudo —y aunque sea paradoja— en el espejismo uno recobra la cordura; Al menos eso me pasa cuando la memoria piensa en las enredaderas, En las persianas simulando escaleras, en las efigies inevitables De la existencia. De pronto, tras la ráfaga supura la boca de lo ignoto. O lo ignoto desteje esos hilos que se ocultan en el Universo. El trasluz se hizo de andrajos. No sé si existe todavía extensión Para la transparencia: —o para encontrar rostros bajo la lluvia, O para alcanzar al viento, ahora, con los ojos recostados en el lecho de la almohada. ¿Dónde es menos adusta la distancia, cualquier distancia? ¿Dónde puedo encontrarte sin aldabas, sin puertas, sin paredes, con ventanas? ¿Dónde el miedo ha dejado de ser patrimonio, piedra en la boca? —Algún lugar habrá menos frívolo que ciertas películas de Hollywood. No sé si en los mataderos de semovivientes, en las cucharas soperas, En las catedrales donde la memoria simula zapatos, en los jardines del eco, O en la simple cobija que cubre la chispa del laberinto. Nunca sé cuando los días son tan ciertos como el papel reciclable. O los abrazos se hacen pepitas de aliento, o semillas del desvarío. Aún así escarbo en las trampas de la fe. No en el niño de Atocha, Ni en los Santos de la Santa Iglesia, ni el mapamundi del azar, ni en la espuma Gastada por los dientes de las olas, ni en el nahual de mis ancestros. Doy por cierta la hora visible de los poros: —El escombro copiado A la brisa, la pesadilla de las tijeras en las pupilas y los poros y las sienes. Doy por ciertas las jaulas y las máscaras, el porvenir genuflexo, Doy por cierto, la alacena vacía —el espejo a oscuras de las sábanas Sin cuerpos, las trampas del alfabeto en las tapicerías, y esta forma simple De ser tras los pájaros atisbando fardos de vuelos. Doy a lo imposible el único rostro que tengo: —el mediodía innumerable, Y este recelo de perro agolpado en las aceras, Y este bosque ensangrentado de letargos, Y esta sustancia de mimbre con días oscuros, Y este latido de amaranto en la cinta de mis zapatos…
Barataria, 29.VIII.2009
Crimen conjetural
Estoy cansado de estar muerto y ser. JUAN EDUARDO CIRLOT
Una vez la monotonía se posa en el Universo, caen las begonias. La desnudez del naufragio siempre es tensa comida para Los amaneceres cuya virtual gestación desvanece las tormentas. Las horas arden en el insomnio de la vida. Flores muertas Las manos en el fuego, en cada recuerdo los cadáveres Agonizantes, los espejos palpando la oscuridad de los estantes, Las arañas como fotografías en las paredes. A menudo los trenes olvidan las líneas del horizonte. En mi camisa languidece el viaje de las nubes; Hay jardines edificados por el espejismo de las pupilas: —siempre es así la retórica del polvo, la escritura que recordamos Ocasionalmente en las escaleras furtivas del aire. La irrealidad tiene sentido en el antifaz de la hoguera: Desde luego las mareas alteran el fluir de la historia. Los peces miniatura enterrados en el pensamiento, las monedas Amargas de la impunidad, la vida procaz de los zapatos. Quiero hacer un circo con todas las estrellas colgadas de saetas, Convertir en ceniza la melancolía de los relojes, vaciar todos Los recuerdos, morder las estatuas que obstaculizan las aceras, Detener la comedia de los banqueros y los políticos, Acariciar a la niña que se volvió chimenea en mi tabaco. (Cuando pienso en tu cuerpo, el búho me fusila con su mirada, En el laberinto de la noche, adoro los erráticos prontuarios del musgo). En lo inhóspito y los muros sólo hay silencio.—Asilos floreciendo Lejos de casa, trenes, si acaso, en los tejidos de la lejanía. Resulta un crimen a la inocencia perder la camisa por encima De cualquier día de semana: la negación no resuelve los residuos De las moscas, ni explica los golpes de lluvia en los objetos. El pánico siempre está ahí como la ráfaga iluminando la noche. El lenguaje está ahí con la salivación de la retórica. En los puños del poder hay años de bilis: eso explica el plato vacío En la mesa, los movimientos fracasados del Paraíso. El lápiz hurga entre la pulsación de las paredes —tensados grafitos, Fatigada superficie desplazándose a través de la comida. (Toda tu lencería verde reverbera como pájaros en mis sienes; Casi rural me parece la lluvia sobre los helechos, Las venas queman la sartén de los sonidos; la espuela de los ecos, Encabrita el manantial con sus relojes). Sobre las columnas de la sed, la tortura soporta su pavor. No hacen falta explicaciones más allá de las conferencias de prensa; Tampoco importa desvanecerse en una taza de nitroglicerina. Jamás volví a ver los peces de mi infancia, salvo en la memoria. Mis ídolos dejaron de ser candidatos a premios mundiales por la paz; Ahora son cadáveres o sudor en mi espalda. No sé si es posible atravesar en tren el cáncer de las iglesias, O refugiarse en ciertas aguas a fin de que ahí no lleguen los motines, Ni uno sea despojado de ojos y sueños. (Pienso en esta soledad sin hoteles, en esta ruralidad de mis pies, En las sandías donde hay un corazón rojo, techado de soles negros. Todo huele a un País en desuso. Los caminos, la ropa, las paredes. ¿Cuándo te veré desnuda sobre la claridad de esta respiración? —Será sin duda, en una noche de cipreses). Ahora, me quedo en un cementerio de ventanas. Sobre el cáncer De los durmientes, los rieles consumen la última luz en el pañuelo. La lluvia de la oscuridad abate las aceras: —la herida no espera Clarividencias, ni la penumbra hace años de cristal.
Barataria, 20.VIII.2009
Extraño cielo el País de mis ojos
Debiera de una vez cerrar la puerta. JOSÉ MARÍA FONOLLOSA
En las sienes arde el pájaro de la aurora en espiral de cierzo. Toda la imagen del día trenza mariposas; la luz entre campanas, Crece junto a los cascos del arco iris, el asombro oficia Rompeolas en las pupilas, los niños como las ventanas desvanecen Las sombras ajadas del desvelo. Ese desvelo que no cabe En los papeles ni en la caligrafía. El tiempo nos gana el olvido. O por lo menos nos va acercando a los domingos de la muerte. La respiración hace volar los sueños: o por lo menos hace Que los ojos se planten en otro lecho; —Ese es el oficio De las luciérnagas en invierno, las estrellas de la noche se hunden En las esquinas de las ventanas, o en la cresta de las olas, O en los cabellos desolados de la breña, o en este hastío sin periódicos. O en este grito de ceniza sobre el mármol, absurda prueba Del horror en mis huesos. (Ando entre el murmullo de tantas bocas Sin sentido. Fatigadas sombras, acaso, de la extrañeza de estar En un paisaje parecido a los muros, a la mujer de mis antiguas Respiraciones, a la ciudad que siempre me despide con cicatrices En las manos, a esa flor que musitó en mi pecho largas noches). ¿Qué son los muelles, los barcos, los trenes, al borde del caos? —Son nombres en la caldera del poema. Relámpagos en la súbita Conquista, gastada arcilla en la desnudez en vasijas de tinta. ¿Qué es la adversidad de los cuchillos en la garganta, la hora cero En la alcoba de los eruditos, los espejos del vecindario? —La cárcel librando lágrimas en la penumbra. La soledad de un libro Sin espadas, la muchacha que se abruma en un diccionario Buscando sólo palabras felices. La realidad arbitraria de la autenticidad. Uno se afana en buscar la luz de los meteoros —Nunca esa luz llega Sino en los desaciertos que la vida a diario nos prodiga. Me pregunto qué pasara cuando muera por completo el amor O la esperanza, o la pantomima de estas peluquerías del siglo 21. El juego de vivir empieza por cierta abnegación a las caricaturas. (Aquella muchacha nunca contestó mis poemas. Supongo que es Fina y delicada como un hotel de 100 estrellas. Ignora que un poema Es como el ojo en un espejo; —la veo reverdecer, sin embargo En la noche, entre el aire pobre y la inmensidad de mi Esperanza. Si algo sirve de alivio es que todavía le escribo poemas)… Al fondo del sigilo, las pupilas difusas de los espejos, A veces la penuria en un fardo de fatiga: la continua fuga junto Al ojo, el cielo de las palabras sin paraguas, la muchedumbre Embotellada en la neblina, la sed hacia la piedra. Es todo lo que puedo decir después de fumar cavernas. —Ligeramente los relámpagos se tornan estiércol. Ahora Me devoran flautistas de casi tres mil años. Los sombreros Saben a oscuridad; vos, a ese monólogo que repite la memoria. ¿Hilarás los días pintados en mis cuadernos rotos, manchados Por la lluvia, desgarrados en su instante de espinas? —La noche es redonda como la moneda de las constelaciones; Los días refuerzan las estatuas erigidas —puertas dicen algunos Para festejar la memoria; llaves, quizá para otros, aposentos Del sexo sumergido en el mentón o en la curvada humedad De los colchones. Lo cierto es que en mis manos, descubro no sólo El fuego, sino este derruido anaquel del alba… Y así, todavía, sigo sangrando como un escolar frente a la lección De un adusto mentor sin un matizado barco de imágenes.
Barataria, 03.IX.2009
Mar a fondo
Los que vestimos cuerpos como trajes envejecidosa quienes basta el hurto o la limosna de una migaja que es todo el pan y la única hostiahemos llegado al litoral de los siglos que pesan sobre nuestros corazones angustiados, SALVADOR NOVO
Mar a fondo la noche total de mis sentidos. La cama en el rostro, El pecho apuntalado por tiestos de Calipso, el andar humedecido Por los días, la imagen carnal, sin limites en la habitación. La asfixia casi toca los huesos. La finitud de las certezas Arrancada a ciertas ambigüedades, la liturgia del aire en los párpados, —A veces la luz desfallece en los jardines, la profundidad ahoga Las parábolas; gotea la herida instantáneas de párpados. ¿Hacia qué fondos la ceguera hace sus manufacturas? —¿Hacia Qué calendarios la mesa coagula la comida, esas endurecidas Palabras del grito? Los ojos giran, ligeros, alrededor de los objetos. Aguas sombrías llenan el costado sacramental de la ráfaga. Soy un comensal en el delantal del musgo. Braceo en el coral De ciertos peces, en el apogeo de esa extraña luz, mundo agrietado De flautas. Cada paisaje arde en los caracoles. Cada rastro Es un corazón fermentado en la común trama de los espejos. Hay crímenes al otro lado del sueño: —perros solares tendidos En el alba, desnudos amantes que se alejan al desvanecer La conciencia en las fotografías. En el ojo se instala el frío de la impunidad. Los abuelos condenados a la desesperación, la anatomía crítica De los clavos, el viejo tormento de los inviernos estacionales. La Patria y el amor nunca llegan cuando se lloran. Nunca una guitarra Revive los ojos, los pájaros repetidos que se alzan en la tarde. (Para qué los brazos si no sirven para asir el olor a los vestidos; A menudo el huracán lame los relojes donde el respiro caduca. En el atril Del paladar no cabe el invierno con todo su alfabeto, pero sí, Los rincones del sigilo, el desvelo del suspiro en el arco iris)… En este mar a fondo hay noches y sed. Hay miseria y tortura. —Siempre este País insepulto traicionó mis sueños. El desdén, la traición Son permanentes: ¿Dónde estás mientras agonizo? ¿Dónde te encuentro Sin ver sepulturas, con una pizca de zumbidos, agonizante En la necesidad de los ovarios, con un frasco de esperanza y sin barbitúricos? No sé a fin de cuentas dónde te encuentras. No sé del vestido tornado En fortaleza, ni en quién reclinas tu arquitectura. Frente al ansia y el despojo renace el olvido y la estridencia de los muertos. Hay días donde la lágrima resurge con ímpetu. Hay días donde la miel Es un viejo litoral de acantilados, obsceno lazo de ahogos. Sucede que las falacias se abren en trozos de pan. No en feliz asombro. Los días son más ciertos cuando punzan la quejumbre. Cuando la herida se llena de clamores, y el llanto es un retrato De crisantemos. (Y aunque la paradoja sea un poco afortunada, La oscuridad alcanza la legibilidad de los dientes, la degradación Exacta de las vísceras, y el antiguo submundo de las ventanas en los ojos. A menudo es la retórica la que se encarga de los simulacros. Por lo demás, Conozco el retruécano de los discursos y el disparo a la racionalidad). Nunca me dices nada de esta tortura que depreda los cuadernos del día. Nunca estás aquí conmigo soportando la baba de las puertas cerradas, La herrumbre sin tregua de la descomposición, Los árboles cortados donde grazna el horizonte, las víctimas ahogadas En las cloacas y esa mañana donde decapito mi esperanza. El mundo nos arrastra con su puñal desorbitado hacia espacios Donde los jardines se disecan…
Barataria, 27.VIII.2009
André Cruchaga, Nació en Chalatenango, El Salvador, 1957. Tiene una licenciatura en Ciencias de la Educación. Además de profesor de humanidades, ha desempeñado la función de docente en Educación Básica y Superior. Parte de su obra poética ha sido traducida al francés por Jean Dif, Danièlle Trottier y Valèrie St-Germain. Estas últimas, el libro antológico: “El fuego atrás de la ventana” (Le feu derrière la fenêtre) y Viajar de la ceniza. La poeta María Eugenia Lizeaga, por su parte, ha traducido el libro “Oscuridad sin fecha” al Idioma vasco (Euskera); y poemas sueltos, al holandés por Michel Krott. Jurado de Poesía de la XVI Bienal Literaria "José Antonio Ramos Sucre", Venezuela, junio de 2007. Buena parte de su obra se encuentra publicada en diferentes revistas electrónicas de Argentina, Chile, España, Grecia, Estados Unidos, Colombia, México, Perú, Italia, Holanda.
gabriel impaglione - poeta de palabra en lucha - morón - buenos aires - reside en cerdeña - italia
Che aquí allá ¿quién habrá de juntarte otra vez? - Juan Gelman
He visto tu boca multiplicada en la caravana de los libres en las mesas compartidas de las bibliotecas y tus pies en el sendero de los surcos urgentes. He visto tu brazo fértil tensar el futuro aquí, allá y tu brazo de agua alargarse a todos los hombres de la tierra. Y tus ojos en la cerrada noche, en la noche violenta de las injusticias. He visto en el centro del día tu corazón al galope un palmo de tu piel componer la cicatriz del compañero. He visto debajo de las camisas gastadas de abrazar luz tus pulmones cansados y en las orillas de todos los rumbos las flores silvestres de tu silbo. Y en cada niño tu sonrisa desafiando la muerte y tus manos trepadas a la herramienta, al cielo en llamas, al viento ingobernable, a las campanas. He visto en cada uno de nosotros un gesto tuyo que nos hermana la ternura que nos templa.
Quién casa por casa llamará a componerte en la hora infinita?
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No es la voluntad de proa ese tesón de abrirle surco a la vastedad es cómo decirlo ... una delicada minuciosa intención de no dejar nada librado al orden.
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Adolescencia
Que fue de aquel que sólo veía la página en blanco de los días? Apenas balbuceaba territorios inexactos trazando palabras inconclusas estridentes en su ilusión de grito. Aquel que se sabía todopoderoso como un pequeño dios de barrio.
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Asaltaron la casa y el día, fragmentado acabó como un hombre roto en la vereda.
Asi han comenzado las horas del fuego y en el vértigo de las llamas se quema el tiempo y sus razones.
Nada será igual, la muerte ha establecido un límite preciso entre memoria y miedo, no habrá de ser en vano el luto, no será inútil la rabia contenida.
Vendrán otras hogueras para izar el canto y el canto que será un viento violento encenderá la noche de un extremo al otro de la tierra.
Allí arderán solapas sotanas y garrotes lenguas falsos ídolos medallas billeteras. Será el fuego del pueblo alba nueva.
Entrará en la casa aire puro, la música de los almuerzos, el rumor de las máquinas la risa de los niños que en los patios no temerán al monstruo armado.
Honduras brillará constelada en su altura infinita.
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No se trata de la hecatombe universal, un maremoto, por ejemplo, de polo a polo, cierto viento de carbón, como la noche avanzando terminante.
Hay cotidianos fin del mundo, pequeños gigantes ignorados fines absolutos.
La bomba que arranca el alma de la carne rota. La casa derribada, el surco envenenado. Palabras decapitadas por el filo de un billete.
No será la tierra desovillándose como bestia fantástica, abriéndose el vientre de un tajo feroz.
Será el hábito cruel de la indiferencia, tanto azufre y hoguera que a veces parece no ser demasiado.
Como un largo día de siglos donde nadie jamás llame a ninguna puerta, donde el aquí y el ahora ya no importe.
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Sobre la ceguera
Qué el viento quieto en la veleta, la aurora en un ángulo oscuro, una palabra que se retuerce en las manos.
El silencio clava por la espalda su filo de hielo y ríe cuesta arriba la calle que baja con todos sus muertos.
Allá en la cima hay una guerra. Violentas humaredas violetas. No es día ni es noche, es guerra.
En la dulce llanura elegantes escribas persiguen mariposas con sus plumas de cazar metáfora.
De matar metáfora.
--salvo honrosas excepciones, Poetas verso en ristre, que guardo en la memoria en defensa propia —
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Qué la patria? El sudor inútil que regresa de un andamio desvencijado? Un águila guerrera?
Qué la patria? Los hijos frente al altomuro del futuronoexiste? Cada excelencia con discurso? Los embozados picaneros embotados?
Qué la patria? Los huesos apaleados de la historia? Los jamases diarios? La Society Rural?
Qué la patria? Los barcos, las fronteras, azulunala? Los bancos las bancas los bingos la bamba? Cada día triste de caminar descalzo? Los superdinosaurios de la patagonia? Las sillas, las casillas, los casilleros de la polítiquería?
Qué la patria? El gatillo fácil, laguitafácil, la picanafácil, los pecados los pescados los pesados las pisadas los pasados errores, las posadas del pecado?
los suelditos de votameonocomés?
Los colectivos llenos de los actos, los colectivos llenos de andarse de casa, los trenes blancos, llenos de esosnegritos?
Las misas en medio de la peste la peste en la misa la misa de la peste las pestes en la misa? O las mesas donde boquean las masas las musas y las mozas? Qué la patria?
La esma, el sie, la cgt, el pen, la afa, el dni, los hdep, los gauchos de luxe 4X4, la Sojera Company? Los descamisados con secretaria privada fulltime? Altaenelcielo?
Choclo locro polo coso con toco non probo los pocos chorros con todo?
Los churros el mate la lópez pereyra? Qué la patria?
Puertomadero?
Los patroncitos de las comunas? Los sindicalistas de la patronal, los patrones de los padrones, los padrinos en sus padrenuestros del todoesnuestro y nuestronomás?
Una sandía en el arroyito mientras se fritan las mojarritas?
Qué la patria? Los elegantes del nometoquenelbolsillo? Las estatuas de las plazas, las playas empetroladas o las ojeras disimuladas en las manos en la cara de quien busca y no encuentra una gota de aire una gota de agua una gota de trabajo o día posible?
Qué la patria? Los imbéciles delatv? La tvimbécil? Esa máquina imbécil de clonar imbéciles? Los imbéciles dueños de la tvimbécil?
El Bronce que sonríe junando bajo el ala del sombrero? Malena canta el tango? Caminito? San Telmo? La quinta de Olivos? Villa Socorro? El sol del 25 viene asomando?
Qué la patria? El Hotel de Inmigrantes? La trágica Patagonia? La Forestal, la ingestión de Roca, La Mansión Seré? Los fusilamientos de José León Suárez? El bombardeo de Plaza de Mayo? Los descamisados o los camisas negras? El déme dos o los dos feroces orejudos, el petiso y el cipayo? La revolución del Parque?
Qué la patria? Anclao en Paris? La felicidad ja ja ja ja? Co-mu-ni-ca-do- nú- me-ro- u-no? Los monseñores de los campos de exterminio?
Como no cobro no tomo no como voto sobro.
Qué la patria? Baleros, bolitas, boludos, boleadoras? Borceguíes,busecas, bagayos, bodrios y bajones?
El por-algo-será? O juremos con gloria morir? Los pequebúes los yupis, la gilada de la City?
Hubo un tiempo que fue hermoso? Las ollas se machucaban en los griteríos y corrían espantadas hienas, gusanos monos con carnet, las especies parásitas o los parásitos especiales.
Todos corrían a sus cavernas y desde allí miraban el gentío del quesevayantodos viento que parecía trueno fundando el mundo. Fundiéndolo y refundándolo. Fundiéndose.
Qué la patria? El lastre de-no-poder con nosotros mismos?
Otra vez los todos que debieron irse son la patria?
Qué la patria? Los eslabones perdidos caminan por el salón de los pasos perdidos?
Dónde está el futuro? Más adelante? En esta o aquella dirección? Detrás de un árbol jugando a las escondidas con nosotros niños de “un pais jardín de infantes”?
Qué la patria?
Sólo todos los pocos cosos con oro?
Cada mañana a trabajar, sal, santa paz, a casa, calma, pantalla banana, hasta mañana? Qué la patria?
“libros no, alpargatas si”? La patria es la Casa de Gobierno?
Los viáticos especiales y los fondos reservados? Los fondos a la izquierda? La derecha omnipresente, aquella del somos derechos y humanos? Qué La patria?
El jardín de la República con tirano a sueldo? El Gran Buenos Aires de la cosa nostra?
Bombo, loco, bombo con los monchos, bombo? La santa máscara, plata plata a la santa máscara? No nos preocupemos que los goles ya van a venir?
Qué la patria? La frustración que trepa el día en su enredadera contaminada, los pibes invirtiendo la vida recién estrenada por las avenidas de la limosna?
El fosforecente cardumen que no sabe qué cosa es la patria pero le prende velas la discursea, enumera, la blande y bastardea en defensa del american life que debe ser la patria?
Los que se cambiaron de vereda porqué por una moneda baila el mono? Los arrepentidos de haber vivido? Los que en aquella loca juventud fueron comunistas? Los que del Monte evolucionaron a la City?
Qué la patria?
Caritaspintadas, boquitaspintadas, peligro, recien pintado? Dulcineas que acuchillan a Marat, blancanieves oficiales demorando la juventud en un pozo negro? Changuitos con la gorrita de los chicagobulls? Las remeritas con la imagen del Che en los shoppings?
Qué la patria?
Los ricos dicen la lucha de clases es cosa del pasado y los pobres asienten, si Don, tiene razón? Y tras cartón, más explotación.
El discurso progresista de los congresistas que viven en los country? Los poetas sagrados que cantan a los gatos de la primera dama?
Un silencio infinito que llega desde el ángulo sombrío del nomeacuerdo?
Los himnos latentes en las rosas, las rosas marchando hacia el día, el día que se abre como un pan, el pan que hará justicia?
Cuándo la patria?
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Datos personales:
Gabriel Impaglione, Morón- Buenos Aires- 1958. poeta, periodista. Dirige la revista de poesía y literaturas "Isla Negra". Reside en Italia. Sus últimas publicaciones: Otras explicaciones, poesía- 0111 edizioni, Italia, 2008. Medanales, crónicas y desmemorias, narrativa, Eco Ediciones, Buenos aires, 2009.
juan lópez - poeta del nihilismo - mendoza - región de cuyo - argentina
vidente
veo papeles veo papeles que además son billetes veo manos veo manos y brazos brazos y manos de mujeres y de niños no veo brazos de hombres ni de ancianos es extraño veo sangre sangre seca oscura veo el viento el viento que arrastra papeles billetes manos brazos el viento que arrastra dispersa borra del mapa la sangre la sangre seca.
Poemas (Mendoza, Ediciones Simples, 1999).
1
si hubiera direcciones flechas marcadas tontos avisos esto no sería ni siquiera un abismo no se podría caer no habría caminos truncos grietas ni sogas al cuello ni hombres perdidos
2
las almas de los niños descalzos la voz de un pájaro lo que piensan los hombres solos el calor de las piedras la tierra seca en las manos los trenes que quedan lo que sueñan las mujeres solas las bicis desinfladas de mi barrio la foto de los padres la furia de los alumnos la última mamadera lo que duelen las ampollas el pellejo de los seres tristes las teorías las prácticas la seriedad de los animales el filo del amor los huevos fritos la tele apagada lo que hace ese policía sin testigos la distancia entre los planetas la sangre de los bebés sin nombre los sueños luminosos de los ciegos los autos de las chacaritas lo que no se dicen los amigos las tortas de cumpleaños los ataúdes los animales de circo las llaves perdidas «nuestros paisanos los indios» los papeleros de las oficinas el llanto de las máscaras los hijos del vacío las autopistas de los que huyen la tormenta en el campo los frascos de tranquilizantes los hombres corcho lo que somos en medio del odio las calles de tierra lo que hemos dicho y lo que no diremos el tiempo que nos queda la palabra fin al final de una historia
3
el estado de comodidad produce desviaciones al alma la prolongada falta de vértigo desmantela la agudeza bloquea el sentido del amor y el olvido se filtra y permanece los deseos de poder aumentan y la mezquindad invade peligrosamente todo
6
lo importante es sufrir lo que se sufre se conoce el que sufre se conoce se acerca a sí mismo deja de ser un feliz idiota
7
soltame el cuello de a poco o como te guste siempre y cuando no te parezca mal dejarme respirar
9
no me parece gracioso nada de lo que aparece no me parece interesante no me parece bello no me parece útil no deseo nada de lo que ofrecen no me parece mucho ni poco ni suficiente ni oportuno no me parece un estímulo ni un obstáculo ni un acierto no me parece la salvación ni la tranquilidad ni el futuro
14
vivir para uno mismo es como tragarse la lengua
15
vos sabés mueren muchos niños en este mundo semejante a un relato biológico donde no prosperan los más débiles
35
y otra vez llegaron y dijeron el camino es hacia allá y todos fuimos hacia allá
41
respirar sin miedo bajo la noche sacar la cabeza del agua como un reptil prohibido
49
el hombre despertó feliz había soñado que encontraba trabajo
53
pensamos muy distinto vivimos diferente estamos más o menos equivocados a veces festejamos a veces nos ponemos tristes pero hace tiempo que venimos fracasando en secreto respondiendo bien a preguntas tontas aprovechando las ofertas (fracasar es ser siempre el mismo integrarse en un sistema de mentiras comprar objetos para ver cómo no cambian hasta que se rompen) cada tanto volvemos a cometer el mismo error (eso forma parte de nuestra falta de recursos de nuestro ingenio plano) hemos soñado demasiado y estamos perdidos nos explicamos casi todo casi todo el tiempo (o lo intentamos) y seguimos tirando respuestas contra la pared de la conciencia rota para poder dormir (o el sueño nos borra hasta despertar)
54
el poeta tímido mutará en poeta anarco los que venden noticias morirán de soledad el albañil hormiga bajará los brazos y alzará a un niño las amas de casa y los curas perderán la costumbre de rezar y esperar los supermercados habrán desaparecido y eso será una bendición las armas no imagino qué destino podrán tener que no sea matar las estrellas del deporte cobrarán sueldos básicos y jugarán mejor los ricos seguirán dando vergüenza y el amor eso sí seguirá siendo el último refugio