claudia sastre /poeta de agreste sur /puerto san julián /santa cruz /patagonia /argentina
El libro de los kilómetros
“¡No!, me gritó y pegó con el puño sobre una pila de
mosaicos blancos que cayeron hechos añicos.
No entremos nada de la mano del Martín
de Sábato y de toda su ilusión de salvación
y de pureza.
El horizonte, la inmensidad, la liberación. (..)
Entremos disfrazados de explorador o lo que sea,
seguía, entremos también con el peso
de alguna traición si quieren, sabiendo que
llevaremos siempre a cuestas porque
la Patagonia no libera a nadie de nada.
Ni de la pobreza ni del tormento.
Que se sepa. Sepamos que acá,
si no hay paisaje de tarjeta postal cerca,
estamos todos condenados.
Parias somos. Cinco gatos locos dando
vueltas alrededor de una oveja enclenque.
Qué summa ni summa. Resta. Resta Patagónica.”
María Sonia Cristoff- Teoría del lugar
Angel de la soledad
y de la desolación
sobre tu ilusión
vas a bailar.
.
Patricio Rey y sus redonditos de ricotta
Salamanqueros
Dicen que
a aquellos
que arreglaron negocio
con la salamanca
los dejan volver
una vez
una sola
a cenar con su familia.
En esas ocasiones se producen
incómodos silencios
toses apenas carraspeadas
que los ojos miran
sin ver, como al vacío
hasta que se marcha
y la familia respira
aliviada
Pueden entonces aguardar
a ciencia cierta la bonanza
las riquezas que traerá ese pariente
a quien no verán más
en la vida.
Hierro de marcar
Cuentan que en los cincuenta
entraban los gringos al mogambo
pateando puertas
mareados por la merca y el alcohol
entraban a los tiros y encendían
los cigarros con billetes
y con el índice señalaban a la chica
más hermosa
-una puta recién traída
carne fresca
no tocada todavía en la zona
y en un cuartito, detrás del cabarute
donde la cocaína se servía en platos hondos
para la clientela más selecta
con un elemento de marcar
ganado, el gringo, con sombrero puesto
todavía
escogía su señal
-una gentileza de la casa-
aquella
que estamparía
en las ancas rosadas
de su chica
para su propiedad
el tiempo que le dure
el entusiasmo
Pampa de salamanca
En el mostrador del boliche
que se abre a los naúfragos
escupidos por la pampa
de salamanca
duerme un mapa
amarillo, abierto in eternum
que señala lugares, hoy
inexistentes
lugares para no ir.
El bolichero lo ofrece con el mismo vaso
de ginebra a quién sea
un vaso cruzado de huellas
dactilares,
rastros grasosos de capón
de los peones perdidos
en la estepa.
Aparece y desaparece el boliche
cada tarde de viento rojo
tras una polvareda densa
en la zona donde cañadones
cicatrices inmensas de la tierra
caen al mar.
Las Heras- 1999
El chico, un veinteañero con sangre
aborigen en las venas
despertó ese día
con algo apretando su pecho.
De manera cuidada eligió
esa manguera bicolor que se usaba en el jardín
para regar las rosas, hoy resecas,
y la arrojó por encima de la viga de hormigón
que reinaba en esa parte inconclusa
para siempre de la casa.
Sólo resta esperar
el momento adecuado
sin interrupciones.
La siesta familiar o bien, la madrugada
y en silencio planear la escenografía.
Con curiosidad notó que ninguno
de los preparativos
le había despertado
la menor compasión
y entonces supo
cuán definitivo era
cuán desapasionado
y siguió sin conmoverle.
Era todo lo que necesitaba
Sin dolor subió a la viga
y enrrolló, segura,
la manguera rodeando su cuello
y se lanzó
No hubo
más ruido
que el motor de la termo arrancando.
como desde hace treinta años lo hacía
desde que el pueblo tuvo luz eléctríca.
Spleen by baudelaire
Habita en los gestos del habitante sin sueños
un cansancio
-spleen-
que no tiene que ver con
la falta de comercios
o posibilidades de estudio o diversión.
Es el vacío
Los encierra
Los espacios abiertos cercan
el alma del hombre
con miedo.
Miedo de estar solo o de hablar
con el hombre
que siempre va contigo.
No hay escondite posible
detrás una cortina con volados.
Y una casa con estufa y leño
ardiendo no es
necesariamente, tu hogar.
El spleen acecha tras el vaso
de vino, detrás de los ojos maquillados
de la chica
que ama por dinero
Perros en el fondo
a Nelly González
Acá hubo una revolución
y no fue
parida en buenos aires
no fue invento, ni proyecto
ideológico
venido desde afuera
Surgió del guiso
étnico de acá
un cocido intelectual del mundo
de los hambreados por esta y otras
patrias.
Venidos de otros lares y otros mares
Porque eso somos
Amotinados cimarrones
Irredentos
cuando marchamos al exilio
Perros atados en el fondo
del patio
ladrando al viento
Toda poesía es inútil
Porque yo no soy esa
la que escribe cosas bonitas
que le gustan a la gente
gente que dice: ahhhh! y pone caraboba
No.
Soy dura con mi letra
y mi poesía hiere
como un niño muerto
en una cama de hospital.
Porque con las cosas
que nos suceden cada día
toda poesía es inútil
Toda la poesía
del mundo es superflua
Mucho peor aquella
que reconcilia al hombre con el mundo
Con qué mundo?
en mi mundo el paisaje
este paisaje del sur
el más famoso y más hermoso
del mundo
no esconde
niños que se mueren
por mala praxis en los hospitales
adolescentes que se cuelgan
del alcohol o sin pesar
de los árboles escasos
mujeres que mueren en el parto
o abortan torturadas
por un policía
en una comisaría de las heras
O bien nos malmorimos en la ruta
ya que siempre
estamos yendo a algún lado
o volviendo de otro
y si no es la nieve
será la escarcha, la falta de gasoil
o algún piquete.
Andar es peligroso y no nos queda otra
entonces nuestra esencia
nómada se encuentra
al paso
Estaciones de servicio
melancólicas
paradores, como de bagdad café.