otros campos de belleza armada
han de llegar otros campos de belleza armada. perder la respiración en lo alto del camino. esperar
que vuelva a silbar el pájaro del silencio. hacer un mapa sonámbulo que atraviese los páramos
del sueño. quedarnos en la quietud de la batalla en ese ardor que deja la guerra. contar de a
pocos las heridas, los denarios, los participios que deja la saliva ardiente cuando se ha subido la
cuesta. han de llegar con sus viejos discos de 45 revoluciones por minutos, sus pancartas a
contrasol a contraluna, sus nanas para dormir al hijo que no van a tener. campos que ya fueron
arrasados por la ventisca, las bombas, los dinosaurios. ahí vienen los que tuvieron otro nombre,
otra leyenda y pasaron de largo como una sombra. son los que se llevaron a rimbaud en la
mochila, se machacaron la memoria con vallejo y dejaron el hálito de una mujer encinta. vienen
de la frontera, del interior, de la selva que ya no es oscura. se cuidan del asma, de la nostalgia,
de los traidores. vienen a pura luz, a tenor de una palabra que los nombra rumbo al misterio.
vienen con la guitarra, los lugares comunes que hacen la vida y la muerte. vienen de cimitarra y
con las manos chamuscadas. otros campos de belleza armada para entrar despacio con la vida
en ristre nos esperan. nos esperan.
te escribo en el año del perro
te escribo en el año del perro para decirte que no creo en los horóscopos. han sido demasiadas las
guerras los jardines arrasados los giravientos tirados al olvido. nadie es carne de la carne sin
alistar sus brazos. caen los miércoles como la mostaza en el mantel. no es posible definir los
denarios para comprar el pan y los libros que otros compraran a precios de usura. te escribo en
el año del perro sin hacer caso de la jauría de esas músicas que caen de sopetón nos ponen
cardiacos irreverentes sordomudos. aquí no hay línea de la mano izquierda no hay runas no hay
una solvencia para sentarnos sobre una piedra blanca y en el espejo del agua se pueda leer el día
de la muerte o el casamiento. han sido suficientes los sobresaltos a mano armada a mano
profunda a mano silbante que nos saluda nos dice adiós y luego busca el cuello y nos ahogamos.
aquí no hay signos zodiacales peces sombríos o palomas mensajeras que traigan un respiro. soy
el húmero el coyote la platea donde bailo la danza de la sobrevivencia y esto no está escrito en
ninguna parte. te escribo en al año del perro para decirte que no creo en los horóscopos.
no morir hasta haberlo visto todo
mi mujer cantando alfonsina a las diez de la noche
unas muchachas recostadas a los médanos
un poeta robándose las obras completas de severo sarduy
tres prostitutas en medellín que me confunden con un nicaragüense
un ciego de espaldas al mar
fayad jamis leyendo el ahorcado del café bonaparte
una librería con todo borges y los alimentos terrestres de gide
un pingüino muerto en las costas de talcahuano
otra vez mi mujer haciendo pajaritas de papel
mi madre tendiendo unas sábanas blanquísimas
un policía leyendo a rainer maría rilke
thiago de melo y maría de aparecida preguntándome por cuba
mi padre a punto de morir bebiendo té con bergamota
una mesa llena de uvas negras y otras ambrosías desconocidas por mí
tres mendigos sonrientes en la avenida paulista
dos revistas orígenes en la librería renacimiento
unas vacas nadando en el mar de manzanillo
un tren francés roto en las llanuras de camagüey
un vendedor de agujas con poemas publicados
un ciervo herido que busca en el zoológico amparo
mi hermana a la salida de un quirófano
la plaza de la revolución vacía y oscura
los muros del moncada a las tres de la tarde y en agosto
esto he visto yo y espero no morir hasta haberlo visto todo.
payaso
a oscar cruz y familia
no vino a la fiesta
nos quedamos esperando su nariz
sus pantalones color del cielo
los niños se cansaron
dibujaron las paredes con hojaldres y melancolía
¡tal vez si hubiera cobrado por adelantado!
¡tal vez ¡
en nuestra saga familiar nunca había pasado
ha sido la debacle
lo nunca visto
nadie se atreve a mostrar las fotos
todos se van por la periferia
no vino
su risa resuena allá afuera en el patio
como en otro tiempo
como en otra fiesta
como si no fuera un payaso
virgin islands / té clasico
a mirna figueredo silva
no es sabor de té en los labios de marcel proust
o el aroma en la memoria
los feroces chocolates de un día
las tiendas imposibles de importar
o frutas que ya no existen
es un virgin islands a las tres de la tarde
jarra azul de porcelana
mirar el país desde un cuarto piso
notar que no estás
paladeo el amargor que sube
que se extiende por la sala y los libros
se dibujan cruces en el cielo
tal vez llueva como dios manda me digo
virgen islands té clásico para recordarte.-
5 comentarios:
Gracasi Rey!!.
Un gran abrazo desde el fin del mundo.
aldo.-
Que bello leer los versos de Reynaldo Blanco otra vez, siempre con esa fuerza e intimidad... Felicitaciones.
Gabriela Abeal.
Gracias por estos poemas, Rey.
Somos parte del séquito de admiradores tuyos..
Un abrazo desde el Mar de Cortés.
Rey, siempre es una maravilla leer tus palabras que danzan a fuerza de fervores y sobresaltos.
Abrazoterapias, Lina
Hace tiempo no disfrutaba unos buenos poemas... gracias Rey
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